La Formación del Carácter

Sin duda es uno de los cinco fines del escultismo más atractivo para los educadores:

La experiencia humana muestra que, si no se quiere ser una brizna de paja sacudida por las olas de la vida, sino, como decía B.P., ser capaz de conducir su propia canoa, hay que 

coger con firmeza el timón. Y esto exige carácter; esto es, coraje, determinación, energía, tenacidad, voluntad.

El escultismo llega a conseguir lo anterior tomando a los muchachos en serio, incluso si tienen doce años. Ponemos confianza en su honor y en la palabra dada; les confiamos responsabilidades reales, a la medida de sus competen­cias; les pedimos cuentas, etc. En definitiva, a través de las actividades en el campo, les pedimos que se esfuercen, que venzan las dificultades y los obstáculos de toda clase, que vayan hasta el límite de sus posibilidades, que se superen. El escultismo es escuela de valor, de coraje, de perseverancia. “Esforzarse repetidamente tonifica la inteligencia y da consistencia a la vo­luntad”.

Pero, aunque enseña el gusto por el esfuerzo, el escultismo no es escuela de sufrimiento. Debemos vigilar que los esfuerzos propuestos sean siempre progresivos, adaptados, no sólo a la voluntad del jefe, sino también a las posibilidades del chico, determinadas por su edad y su desarrollo. Estos es­fuerzos formarán parte de los juegos: el escultismo, aún siendo escuela de esfuerzo, es sobre todo una escuela alegre.

Sigue leyendo