Salud y Desarrollo Físico

La salud es el primero de los cinco fines del escultismo:

Sabemos que en la adolescencia, el muchacho conoce espectacula­res transformaciones interiores, no sólo físicas, sino también psicológi­cas. Estas transformaciones explican, en parte, el profundo malestar experimentado por el joven en relación a un cuerpo que no reconoce ya; unas veces desbordante de una vitalidad y de una energía, que puede llevarle a participar en competiciones deportivas de alto nivel, y otras con momentos de gran cansancio y debilidad que le lleva a pasar horas y horas embobado. Los hábitos de higiene y limpieza que parecían aprendidos, se olvidan o se cuestionan. La tentación de experimentar con lo prohibido (tabaco, alcohol, drogas) se intensifica por el contexto permisivo de la sociedad actual.

El escultismo, que se define y quiere ser método de educación global, toma en consideración todos los elementos de la persona, comenzando por su salud y su desarrollo físico: no se puede formar el espíritu y el corazón sin ocuparse del cuerpo. Los romanos ya lo habían comprendido, de ahí el dicho latino: “mens sana in corpore sano” (un espíritu sano en un cuerpo sano). Re­cordemos, como decía Pierre Geraod-Keraod, que “el hombre ama, piensa y reza con su cerebro, su corazón, sus glándulas y todos sus órganos”.

Teniendo así como primer fin el desarrollo de la salud, el escultismo tiene por objeto edificar los fundamentos de la persona, completa y equilibrada, en el deseo de contribuir en su construcción. El fin está hecho, parafraseando a Baden Powell, para “mostrar al muchacho el mejor medio de desarrollar su vigor y su salud, cuáles son los errores que evitar, y enseñarle que sólo él es responsable de su propia salud”.

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